Drogas prohibidas: ¿guerra o negocio?
Drogas prohibidas: ¿guerra o negocio?
En el contexto sociopolítico latinoamericano, los Estados regionales se encuentran en jaque frente a una economía subterránea que pone en riesgo su soberanía. Una reflexión sobre la prohibición más lucrativa de la historia con consecuencias desintegradoras.
El aumento de la demanda internacional de cocaína -que, según el Informe elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) alcanzó una cifra récord en 2023- se traduce desde hace tiempo en cientos miles de muertos y desaparecidos, secuestros, extorsiones, desplazamiento forzado de población y golpes de Estado cuyo epicentro aparece en los países centroamericanos que tienen la tasa de homicidios dolosos más alta del mundo, aunque este fenómeno tiene también como resultado la devastación ambiental que afecta principalmente a las comunidades de la cuenca del Amazonas.
La disputa entre quienes pretenden asegurar la oferta en aumento y mantener la distribución de este commoditie –cuyo cultivo y producciónse reduce tansoloa tres países del cono sur (Bolivia, Perú y Colombia) y su primer consumidor mundial los Estados Unidos de América-, viene conformando la realidad del denominado crimen organizado trasnacional con características más cercana a una empresa multinacional que genera dos tipos de mercados paralelos: un mercado oscuro y un mercado dorado.
En estos últimos años, la escalada de extrema violencia por el control de estas modalidades “empresariales” de carácter ilícito pareciera no alcanzar su techo. La obtención de ganancias de este comercio ilegal resulta ser de tal magnitud que imaginar una salida de este entramado a corto plazo podría ser sospechado de ingenuidad y cualquier medida que pretendiera regularlo resultaría quizás condenada al fracaso por lo que se encuentra en juego.
Deviene necesario, entonces, desde una mirada totalizadora, reflexionar sobre los argumentos de los gobiernos regionales que fundamentan la persecución penal tomando solo en cuenta a quienes ganan poco o nada o deterioran su salud padeciendo de un consumo más que problemático. Si se omite, como ocurre a menudo, pensar en la disputa por las divisas que circulan en una economía subterránea mundial como consecuencia de la prohibición, la que a veces representa sumas mayores al producto bruto interno de muchos países de nuestra región, estaríamos eludiendo un aspecto central.
El debate sobre las antinomias ideológicas (comunismo-capitalismo, socialismo-liberalismo) respecto al tráfico de cocaína carece de sentido en la actualidad pues atraviesa todos los gobiernos llamados de izquierda, de derecha, de extrema derecha o de centro, más allá de que estas definiciones también son discutibles en nuestro contexto regional en donde la puja tiene que ver mucho más con otros conceptos, como diremos luego.
Cualquiera sea la transformación que pueda proponerse como alternativa a la prohibición en materia de estupefacientes (legalización o regulación) indefectiblemente debería contemplar un análisis detallado sobre las regalías voluminosas que dejarían de percibir algunos actores sociales y quiénes se beneficiarían; el sistema penal formal muchas veces funciona como una suerte de balanza que equilibra o desequilibra intereses.
Es importante tener en cuenta ante todo que el lucro obtenido por la cocaína es infinitamente superior a mercancías como el litio o el petróleo; el cultivo de la planta sagrada de los incas y su procesamiento como alcaloide, es mucho menos oneroso que aquellos procesos que consisten en la extracción del mineral o del combustible fósil para su posterior refinamiento.
Desde hace muchos años, el transporte por vía terrestre de la cocaína en su viaje hacia el norte visibiliza uno de los aspectos más brutales de esta economía paralela que involucra el destino de cientos de miles de personas en el eslabón distributivo.
Con mucha razón se sostiene que estamos en presencia de una mano de obra que crea un “océano de esclavos intercambiables”. En la parte más delgada de esta cadena se encuentran aquellas personas sustituibles mientras que en la cúspide se hallan los poderosos que escapan a todo castigo o sustitución. Por un lado, seres humanos que terminan siendo fungibles y desechados y cuyas muertes o prisión se naturalizan, y por otro, quienes mueven las riendas de este mercado prohibido que resulta tan próspero que asombra que así se lo denomine……..
Concluyo con interrogantes que atraviesan tanto a la economía como a la soberanía punitiva de nuestras naciones.
- ¿Después del fracaso del Plan Colombia y de la Iniciativa Mérida en México, pueden desconocerse los cientos miles de víctimas asesinadas o desaparecidas y ratificar un modelo económico paralelo a costa de vidas humanas?
- ¿La guerra punitiva contra la cocaína no deviene el mejor instrumento para obtener ganancias que circulen sin justificación alguna para financiar lo indecible?
- ¿Es posible legalizar el comercio de cocaína sin afectar la economía mundial en términos de liquidez?
- ¿La extradición de ciudadanos hacia un país extranjero acusados por tráfico de cocaína del que resulta el primer consumidor mundial por impulsar fervientemente su prohibición y cuya política criminal es ineficaz, no vulnera de algún modo la soberanía punitiva de los propios Estados?
- ¿Los Tratados bilaterales en materia de extradición entre países con dependencia estructural responden a la igualdad de trato entre naciones?
- ¿Las personas extraditadas hacia los EEUU gozan de las mismas garantías constitucionales que en nuestros propios países cuyos montos de penas pueden significar varias decenas de vidas posibles?
- ¿No se encuentra en riesgo la soberanía nacional por injerencia extranjera cuando agencias estatales de otro país participan oficial o extraoficialmente de la lucha contra las drogas y efectúan negocios con esa economía prohibida?
- ¿La acusación penal formulada por la justicia de un país -que integra el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas- por tráfico de cocaína hacia un presidente latinoamericano en ejercicio y candidato a la reelección, no condiciona un posible resultado?
- ¿Sería posible y razonable que un país como Norteamérica, cuya justicia reclama la detención de un candidato a Presidente “por inundar los Estados Unidos con cocaína para socavar la salud y el bienestar de nuestra nación y utilizar la cocaína como arma”, reconozca una victoria en las urnas y reanude relaciones diplomáticas, si ese fuera el caso?
Algunas de estas preguntas sugieren respuestas complejas o no las tienen. Cabe confesar que la hipocresía manda sobre esta economía subterránea en crecimiento mientras caminamos entre cadáveres o encierros masivos de seres humanos mirando para otro lado.
God Bless America se invoca con particular énfasis en EEUU, pero esta bendición solo será bienvenida cuando todos los Dioses latinoamericanos sean incluidos con el objeto de proteger derechos humanos.
A aquél que reside en el cielo del norte lo ignoran los que lo nombran. Esta guerra contra la cocaína no puede ser bendecida por ningún Dios, las responsabilidades del destino de sus víctimas son solo humanas.
Rodrigo Codino
Fuente: La Tecl@ Eñe
Para leer la nota entera: https://lateclaenerevista.com/god-bless-america-pero-sin-guerra-por-rodrigo-codino/