Un armario insostenible. Fast fashion
Un armario insostenible. Fast fashion
La cuestión de la sustentabilidad planetaria tiene muchas aristas, una de ellas es la moda que propone hoy 50 microtemporadas para cambiar el vestuario. Más allá de seleccionar la basura para el reciclado, individualmente podemos hacer mucho por la defensa del derecho a la vida de los seres vivos y el planeta, revisando nuestra conducta consumista respecto de lo que vestimos y calzamos. Publicamos un resumen de un comentario publicado por Ambientum.
“No hace tanto, el armario de los adultos de la casa se dividía entre un puñado de conjuntos reservados para las ocasiones especiales y cuidados con esmero, y la ropa de diario, que se lavaba con frecuencia. En el caso de los pequeños, el mayor era el que estrenaba una camiseta que tendría tantas vidas como hermanos tuviera él.
Se hacían remiendos, se ponían parches, se sacaba el largo a los pantalones, se metía… Se sacaba el máximo partido a cada prenda. En la actualidad, nuestro armario se renueva con cada cambio de tendencia, a algunas prendas no llegamos ni a quitarle la etiqueta y hay ropa que no sobrevive más allá de una temporada. Es lo que se conoce como el fast fashion y está acabando con el planeta.
Renovar nuestro armario no resulta inocuo. Frente a las tradicionales dos temporadas al año, en la actualidad la industria textil lanza 50 micro temporadas, convirtiéndose en la segunda industria más contaminante del planeta, por detrás del petróleo. Genera el 20% de las aguas residuales mundiales y es responsable del 10% de las emisiones de carbono del mundo.
Según Naciones Unidas, la industria de la moda es el segundo consumidor de agua a nivel mundial y libera medio millón de toneladas de microfibras sintéticas al océano cada año.
A pesar de ello, los españoles adquirimos treinta y cuatro prendas al año, al tiempo que tiramos 12 kilos en el mismo periodo. Lo que se traduce en casi un millón de toneladas de residuos textiles que acaba en los vertederos sólo en nuestro país.
Además de los tintes, que contaminan los ríos sin control alguno, así como las dañinas sustancias químicas que impregnan la ropa, uno de los aspectos más preocupantes para el medio ambiente es el poliéster.
La mayoría de las prendas están fabricadas con esta resina plástica que, al lavarse, se desprende y termina llegando al mar en forma de microplásticos. Y muchos. Una sola prenda libera hasta un millón de fibras en un solo lavado.
“Los efectos de los microplásticos en el medio ambiente son sobradamente conocidos”, advierte Celia Ojeda, “estudios recientes han observado que los animales marinos los están ingiriendo. Pero no se queda ahí, hay evidencias de que se transfieren a lo largo de la cadena alimentaria y llegan hasta nuestros platos”.
Greenpeace lanzó en el año 2011 la campaña Detox My Fashion, “el objetivo era lograr la contaminación cero para el año 2020. Desde entonces, ochenta marcas y proveedores internacionales han asumido el desafío, prohibiendo una lista negra de sustancias químicas, wn la fabricación de ropa y calzado”. explica Celia Ojea.
Surge así el grupo Vertido Cero de Sustancias Peligrosas (ZDHC, en sus siglas en inglés). A un año de cumplirse el plazo, sólo lo han hecho el 15% de todas las marcas de ropa. También existen iniciativas en paralelo que directamente como el Altrapo Lab, una asociación que pretende acercar de nuevo el valor de la ropa generando un consumo transformador. Como alternativas, propone arreglar la ropa, transformarla en otra prenda, pedirla prestada, comprar en tiendas de segunda mano o en firmas sostenibles.
“Cada vez hay más marcas de moda ética, moda de comercio justo o de moda ecológica que, aunque tiene precios más altos, aseguran su calidad y transparencia”.
Fuente: Andrea Velasco / Planeta Inteligente – EL MUNDO