Medicina ¿Y la política?
Medicina ¿Y la política?
Richard Horton argumentó que «la medicina y la salud pública están siendo cooptadas en un programa político de control de la población para proteger el poder del estado neoliberal moderno». Las medidas para doblegar la pandemia de COVID-19 tendrían como objetivo proteger las economías más que la salud de la población. Si es cierto, ¿qué podemos hacer? En muchas jurisdicciones, las autoridades de salud pública están bajo el control de líderes elegidos democráticamente. Si se desean otras políticas, se deben elegir otros líderes. Y si los científicos de salud pública quieren marcar la diferencia, deberían dejar la ciencia por un momento y atreverse a jugar a la política.
COVID-19 nos está recordando dolorosamente que el camino es muy complejo, desde la recopilación de evidencia hasta la implementación de intervenciones sólidas de salud pública.
Nada es nuevo en el hecho de que los líderes o los ciudadanos son difíciles de convencer. La evidencia en salud pública nunca es suficiente; se necesita más para influir en las partes interesadas y hacer que cambien. Thomas R Oliver tenía razón cuando dijo: «la ciencia puede identificar soluciones a problemas apremiantes de salud pública, pero solo la política puede convertir la mayoría de esas soluciones en realidad».
La política, más que los análisis, determinan las políticas.
La clave es convencer a la mayoría de la gente, y aquí es donde el camino se vuelve difícil. Para ganar influencia en la política de mitigación de COVID-19, los científicos de salud pública tienen que jugar a la política, es decir, luchar contra los oponentes con intereses en competencia que están bloqueando las políticas públicas saludables.
Tener en cuenta la racionalidad limitada, convencer a los actores clave, practicar el cabildeo a través de grupos de interés y hacer que los líderes electos sirvan a su agenda. La ciencia de la salud pública nunca será suficiente.
Arnaud Chiolero
Fuente: The Lancet, Correspondencia, Vol 397, Num. 10268, 2-1-2021