El “interés” científico
El “interés” científico
Frente a una denuncia de fraude científico en trabajos sobre cáncer en Argentina que está investigando el CONICET, es interesante reflexionar acerca de una de las cuestiones que afectan a la verdad científica que son en primer lugar la imposibilidad de repetir los procedimientos que llevan a cabo los investigadores debido en la mayoría de los casos a la denominada confidencialidad que impide a los investigadores publicar sus experimentos y pruebas ya que pueden afectar la comercialización del posible producto de ellas por parte de sus financiadores, y por otro lado la cuestión del plagio.
Lo que investiga el CONICET es la posible manipulación de imágenes por parte de una investigadora durante varios años, utilizando software como Photoshop, por ejemplo. Esto implicaría 52 artículos de una bióloga, investigadora principal, que han sido “marcados por cuestiones difíciles de explicar con errores aleatorios”. Quien denunció el caso es una especie de deterctive de la comunidad científica, el responsable del sitio internacional dedicado a revelar casos de “mala ciencia” denominado For Better Science: Leonid Schneider.
El CONICET informó que su directorio con “carácter de urgencia ordenó por unanimidad que se instruya sumario administrativo de rápido curso, a fin de precisar todas las circunstancias y reunir los elementos de prueba tendientes a esclarecer la comisión de eventuales irregularidades”. En uno de los ejemplos que recoge el sitio web, muestra dos imágenes publicadas en 1999 y 2001 que son idénticas, aunque fueron obtenidas tras realizar diferentes experimentos.
“El tipo de experimento, los tratamientos implicados y la proteína detectada son todos diferentes, por lo que parece poco probable una reutilización de la imagen debido a un etiquetado erróneo de los archivos. ¿Fue sólo un error…, o fue en cambio el comienzo de la historia de atajos fraudulentos tomados por este laboratorio?”, se pregunta el sitio.
También resolvió conformar un comité de expertos y expertas para que analicen los documentos y se expidan sobre los mismos “con el objeto de contribuir técnicamente a la investigación ordenada”.
La institución cierra su comunicado expresando “El directorio del CONICET expresa su profunda preocupación por esta posible comisión de hechos, los cuales considera de suma gravedad, y en consecuencia se dispuso a analizar y tratar el caso con la mayor celeridad y rigurosidad”.
La investigadora es una experta en cáncer de mama y niega todos los cargos, razón por la cual no publicamos su nombre ya que su laboratorio tiene vínculos con instituciones prestigiosas de EE.UU., Francia, Australia y Chile.
Sin embargo este tipo de denuncias da pie a la pregunta ética, urgente de resolver, acerca de los alcances de la veracidad en las publicaciones científicas. Hay total coincidencia con lo manifestado por colegas de la investigadora en una carta donde dicen que “Hechos de estas características van en contra de la ética en la investigación científica, afectan el progreso de la ciencia y deterioran el prestigio tanto de la actividad científica en sí como del ONICET, del IBYME y del sistema científico argentino”.
Lo cierto es que como manifiesta el autor original de este informe, la veracidad científica está en crisis.
No cabe duda que todos esos artículos que escribió la investigadora pasaron la revisión de pares para ser publicados en publicaciones de prestigio como Cell Cancer o Cancer Research. Estas y todas las revistas científicas utilizan expertos independientes que analizan un artículo antes de ser publicado.
Sin embargo, estas y otras revistas y editoriales están atravesando una seria crisis porque cada año se detectan más casos de publicaciones fraudulentas. Aunque existe la posibilidad de retractar un trabajo si se encontró un error grave o fraude, en muchos casos no se realiza. Y vemos así como las publicaciones catalogadas de científicas se multiplican año a año.
Pero hay otro factor que se debe tener en cuenta: lo costoso que es acceder a muchas publicaciones científicas de primer nivel no solo para quienes las consultan sino para los autores, ya que también ellos deben pagar para publicar. Por ello la presencia de repositorios libres de pago y de preprints (artículos que se publican sin pasar la revisión de pares) en sitios libres de cualquier cargo creció durante la pandemia de Covid-19 y demostró ser un sistema eficiente para comunicación de la ciencia, en especial, en tiempos de crisis. Sin embargo no podemos dejar de señalar que este sistema totalmente abierto, genera incertidumbre acerca de los resultados de investigaciones donde se juega muchas veces un producto que afecta a la salud y la vida de las personas.
¿Cuál es la respuesta que permita volver a creer en la ciencia como un saber que beneficia a la humanidad y no a los científicos? Su desarrollo está minado en su veracidad pues esta se halla cuestionada, en primer lugar por el secretismo y en segundo lugar por algo más profundo que es la “propiedad” de las ideas y resultados de experimentos que mueven al fraude, la manipulación y en última instancia al plagio como forma de sumar prestigio académico por una parte y beneficios financieros por otra.
Debemos poner estas cuestiones en la mira de la bioética. Es preciso encontrar la manera en que la ciencia, que tanto influye sobre la vida humana, sea separada por lo menos de los intereses financieros que con seguridad pesan más que los académicos. Por lo menos sería un primer paso hacia una ciencia “desinteresada”.
María Luisa Pfeiffer, Informe elaborado sobre el realizado por Lucas Viano en el La Voz del 6 de septiembre 2022



Es preciso implementar un sistema que se encargue de revisar las cuestiones éticas en la Investigacion, los comités de ética constituyen un gran avance, pero pienso que debe complementarse con expertos en metodología de la investigación y/o epidemiologos, vinculados a ese comité. También propongo una instancia posterior de certificación por parte del comité antes de ser publicado.
Lamentablemente los intereses de las corporaciones priman sobre el interés científico. Está visto en EEUU como Kennedy está descubriendo la corrupción farmacéutica.
Hay que apoyar locamente al CONICET