Disney educa a nuestros niños
Una de las cuestiones que preocupan a la bioética es la educación ¿Cuál es el instrumento educador más importante en nuestro tiempo, tanto para niños como para jóvenes y adultos? La TV y el cine, en ese orden. Ambos son moneda corriente sobre todo para los niños, y sobre todo en la TV, pero también en el cine envueltos ahora de sorprendentes recursos tecnológicos, los dibujos animados. Nadie puede dudar de lo que significó y sigue significando Walt Disney en relación con esos dibujos, que pasa a ser el elemento conformador de las características del hombre actual: individualista y triunfador. La nota que resumimos más abajo muestra el origen de algunas de los imaginarios que recorren a nuestras clases medias que tienen que ver con el patriarcado y la inevitabilidad de un orden económico capitalista, encarnadas en los personajes de Disney. Analiza tres creencias: que hay que triunfar en la vida y que ese triunfo sólo lo deberemos a nuestro esfuerzo individual; que la felicidad no debe asociarse a la riqueza: los pobres son más felices que los ricos; que los ricos también sufren y sus dolores y sufrimientos pueden homologarse con los de los pobres, de modo que la desigualdad económica no es lo importante ya que si alguien trabaja y tiene ambicione llegará a ser rico. Estas creencias permiten alimentar los dos valores predominantes en las sociedades marcadas por el capitalismo: el de la ganancia y el del individualismo
“En las películas de Disney, de los 67 personajes considerados como principales 38 encajarían en la clase alta, 11 en la clase trabajadora y tan solo tres serían considerados ‘pobres’, con Aladdin como principal representante de este colectivo en el universo animado. Un estudio publicado por la Universidad de Duke hace este análisis sobre representación de la pobreza y desigualdad en estos filmes infantiles. Si nos ciñéramos a lo que vemos en estas películas y lo trasladáramos a la realidad, entenderíamos que: ser pobre no es un gran problema, trabajar es algo que siempre te hace feliz y, si eres una buena persona (o guapa) además de ambiciosa, llegarás a ser rico, porque la clase alta siempre te hará un hueco.
Analizar cómo muestra Disney a la sociedad no es algo nuevo en el mundo académico. Ariel Dorfman, en su libro ‘Para leer al Pato Donald’ desgrana los argumentos con los que concluye que el universo Disney ayuda -y mucho- al sustento del sistema capitalista, transmitiendo sus mensajes y valores en todos los niveles sin plantear perspectivas alternativas. También se ha relacionado a las películas del gigante de animación con la sociedad heteropatriarcal y la perpetuación de roles de género machistas.
Pero volviendo al enfoque socioeconómico, la sobrerrepresentación de la riqueza en estos cuentos es especialmente llamativa, con personajes de dinero infinito como el Tío Patilludo o princesas en castillos bañados de lujo como la Elsa de ‘Frozen’. La coordinadora del proyecto de investigación, Jessi Streib, tiene claro el mensaje que lanzan, y es la idealización de estas situaciones: «la desigualdad es benigna». Streib lamenta que se perpetúen los mitos alrededor de la desigualdad social a través de los ojos de los niños. En España, un 30% de los niños (alrededor de 2,5 millones) viven en «riesgo de pobreza». En Argentina el porcentaje de los niños pobres que están siendo educados por Disney son el 62,5% en 2018, en el mundo, uno de cada cuatro niños vive en pobreza extrema.
Un vistazo a algunas de las películas más emblemáticas de la factoría Disney, de las más antiguas a otras de nuestros días, muestran como en casi ochenta años de historia la percepción de estos amables dibujos prácticamente no ha variado.
Blancanieves y los siete enanitos
En la película de 1938, los pequeños amigos con los que convive la princesa acuden puntualmente a su cita laboral en una mina de diamantes como si fuera una de las tareas más divertidas del mundo. Ver a Gruñón, Feliz, Tímido y Mocoso cavar bajo las órdenes de Sabio mientras canturrean contrasta con la realidad traumática de lo que supone un trabajo así, especialmente en los yacimientos donde realmente hay diamantes: en África.
El estudio critica esta visión idílica del trabajo, más cuando se trata de uno de los más criticados e inseguros del mundo los enanitos cada mañana salen cantando y silbando felices para volver de la misma forma sin un ápice de cansancio en sus cuerpos porque, según ellos mismos cantan, «es lo que nos gusta hacer». Además, es llamativo el contraste entre estos dos mundos, con los enanitos mineros atendiendo a la aristocrática Blancanieves que, encima, es la que tiene un problema por ser buena y bella.
Aladdin
Equiparar los problemas de las personas ricas y personas pobres es otro de los aspectos que señala el estudio como perjudiciales, un mensaje equivocado directo a las mentes de los más pequeños. En Aladdin la comparación es muy clara. El joven protagonista, pobre hasta el punto de tener que robar comida para sobrevivir, se enamora de la princesa Jasmine, aburrida de su vida palaciega.
Cuando se conocen y comparten sus historias y los sentimientos que les generan, ambos concluyen que se sienten «atrapados», uno por la pobreza y la otra por el poco espacio para tomar sus propias decisiones como «donde ir y cómo vestir». El estudio critica que se esté poniendo a la misma altura un problema de supervivencia con otro de gestión de la riqueza, minimizando así las dificultades derivadas de las cuestiones económicas.
Lo cierto es que situaciones de desigualdad social extrema como la que se representa en la película Aladdín, acarrean cualquier cosa menos felicidad. Dos investigadores de Oxford y de la London School of Economics han estudiado la relación entre desigualdad y felicidad para concluir que cuando una sociedad tiene brechas tan importantes, es en su conjunto mucho más infeliz.
Frozen
El caso del último gran boom de la factoría Disney sigue el patrón de otras películas que tienen como protagonista común a una mujer de clase alta, en este caso Elsa. Una vez más, desde el personaje principal -siempre con sus joyas- al resto de personajes de Frozen viven rodeados de riqueza, en grandes castillos y con vidas idílicas trufadas por grandes bailes, coronaciones y fastuosos paisajes.
Los problemas que les rodean tienen encaje en su clase socioeconómica, al estilo ‘pobres niñas ricas’. Con un estereotipo claramente nórdico, la idealización de estas vidas en las películas suele ser criticada por la falsa imagen que transmiten en países con realidades muy distintas donde se visualizan estos filmes.
Cars
Esta película, en la que los coches toman vida, gira en torno al conocido Rayo McQueen. La desigualdad económica se muestra en el personaje Sally que [ojo spoiler] termina enamorada del protagonista. Sally abandona una próspera vida de abogada por el estrés laboral que le produce y se traslada al pequeño pueblo de clase trabajadora, donde se concluye que la vida es mucho más fácil que en la ciudad cobrando una nómina importante. Para las autoras del estudio, surge aquí la equiparación de los problemas de los ricos y los pobres, llegando incluso a insinuar que la vida de pobre es la mejor. La realidad de la mujer en medio rural es mucho menos idílica que la que representa la película.
El Tío Patilludo
Un clásico del mundo Disney es el Tío Patilludo, familiar del Pato Donald. Nunca ha destacado por su simpatía y, aunque en la factoría de animación nos hayan dicho que para llegar a rico hay que ser buena persona, nada en montañas de dinero que tiene almacenado. El signo del dólar se repite allá por donde va, independientemente del contexto en el que se encuentre y aunque aparezca junto a personajes como su propio sobrino, al que no se puede considerar rico precisamente.
El Tío Patilludo, cuya existencia se basa en acaparar más y más riqueza, guarda paralelismos con las grandes fortunas mundiales que aumentan año tras año, llegando a cifras mareantes. Aunque en cierta forma en Disney -que no se caracteriza por un humor especialmente irónico- parodian esta acumulación de riqueza, es una de las cuestiones que más problemas está causando en la sociedad actual. ONG como Intermón Oxfam llevan años advirtiendo de las graves consecuencias de la acumulación de riqueza en unos pocos, y hasta organismos como el FMI avisan de que este desigual reparto lastra el crecimiento.
Moha Gerehou, El diario ES, 21/03/2016.
Muy buen artículo, y muy interesante enfoque sobre los auténticos valores de la «educación Disney». Gracias.