Despenalización del aborto
Aborto
En Argentina, se está debatiendo actualmente sobre la despenalización del aborto en el Congreso de la Nación. Tres de los miembros del Capítulo argentino de la Red van a exponer en el debate. A modo informativo hacemos públicos los tres resúmenes de sus exposiciones, con la salvedad que es la postura particular de cada uno y no la postura del capítulo ni de la Red.
Es momento de debatir en el Congreso la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo y debemos hacerlo desde la perspectiva de la salud pública. No es que deba ignorarse la dimensión ético-moral de esta problemática, sino que -frente a desacuerdos que históricamente no han logrado conciliación entre las posiciones encontradas- la realidad nos enfrenta con un hecho ineludible: la prohibición, lejos de impedirlo, empuja a las mujeres a abortar en la clandestinidad, arriesgando su salud y sus vidas.
No son meras opiniones. Las cifras lo demuestran: se estima que en Argentina se realizan aproximadamente 450.000 abortos por año, la gran mayoría en malas condiciones sanitarias. Las muertes por abortos clandestinos encabezan las causas de mortalidad materna (que actualmente duplica las 1,3 muertes por 10.000 nacidos vivos que el país se había comprometido a alcanzar dentro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU). Este es también un problema de inequidad. En los países donde este derecho no es reconocido, las consecuencias de la ilegalidad golpean con más fuerza a las mujeres más pobres, quienes no pueden acceder a un aborto seguro.
A nivel mundial las tasas de mortalidad materna disminuyeron luego de reformas legales más permisivas (hecho que destacó el actual ministro de Salud). El caso del país vecino, Uruguay, es ejemplar: luego de la legalización en 2012 alcanzó la tasa más baja de Latinoamérica (segunda del continente, luego de Canadá).
El derecho al aborto es una deuda fundamental de nuestra democracia. Esto fue ratificado por las recomendaciones que el comité de expertos de la CEDAW (ONU) realizó en noviembre de 2016 a la Argentina. El Estado es quien debe velar por la salud de las mujeres, no sólo a través de la legalización, sino también de la articulación adecuada de los programas de salud sexual.
Laura Belli
Esta presentación se realiza desde la Bioética con enfoque de DDHH para acompañar la iniciativa que despenalice la interrupción voluntaria del embarazo (IVE), con fundamento en el respeto a la dignidad personal y vida, y en especial a la protección de la salud colectiva vinculada a la prevención de la morbimortalidad materna por secuelas de abortos inseguros.
La Bioética promueve el respeto por la dignidad, los derechos fundamentales y el “Buen Vivir”, por ello deben considerarse aquellas experiencias que evidencian una sustancial merma de la morbimortalidad materna en países que no penalizan la IVE. La criminalización del aborto en nuestro país promovió fenómenos tanatológicos inaceptables, la mistanasia: muerte de mujeres pobres por desatención médica y desamparo social, y la anacrotanasia: muerte infeliz y prematura de niñas, adolescentes y mujeres jóvenes.
En la discusión parlamentaria deberían considerarse distintas perspectivas del derecho que valoran distintivamente cada etapa evolutiva: enorme distancia punitiva entre tipos como el homicidio y el aborto; desconsideración del feto nacido muerto como persona, que carece de derechos, en donde no hay ni partida de defunción, ni bautismo.
La IVE debería ser una alternativa marginal, para ello debe reforzarse el compromiso en educación para la salud sexual y reproductiva, mejora en la accesibilidad anticonceptiva; determinación inequívoca del inicio de la existencia de la persona, equiparando la concepción con la anidación/transferencia; considerando, además, el efecto sobre el cerco de silencio y anomia en el uso y destino de miles de embriones criopreservados.
La calidad legislativa se mide por el respeto a la disidencia, por ello debería preverse la alegación de la objeción de conciencia (OC), bajo condiciones de ejercicio que eviten el desbaratamiento de derechos: manifestación previa de la OC, alegación simultánea para ámbitos públicos y privados, registro de objetores, imposibilidad de OC institucionales (salvo confesionales), de servicios obstétricos en pleno y la obligatoriedad de atención en casos de urgencia”.
Ignacio Maglio
“En esta muy breve exposición sobre el complejísimo tema del aborto quiero concentrarme en la contribución del conocimiento científico para aclarar la confusión existente entre “comienzo de la vida” y “comienzo de la existencia de la persona humana”. Estos conceptos no son igualables, pues “vida” es todo lo que esté vivo, y es obvio que las gametas que intervienen en el proceso de fecundación, y el huevo cigota resultante, son células vivas y, sin embargo, no son personas. Es incorrecto científicamente expandir este concepto específico y comprobable de células (o conjunto de células) vivas, sobre lo cual no hay discusión, a un concepto genérico de “vida” con connotaciones indefinidas que dejan de ser científicas. A propósito, es pertinente tener en cuenta de que por lo menos el 30% de los productos de la concepción mueren naturalmente y se eliminan como abortos espontáneos en las primeras semanas de gestación. El concepto de persona, en cambio, no es exclusivamente biológico ni genético, y no existe ningún fundamento científico para asignarle un comienzo cronológico específico, y menos aún asignárselo al fenómeno de la concepción. El hecho de que en la concepción se genera una célula con contribuciones genéticas de ambos progenitores no es suficiente para definir a una persona. La información genética contenida en las gametas es necesaria pero no suficiente para garantizar un desarrollo completo y normal del feto. La persona humana, capaz de adquirir derechos y contraer obligaciones, está definida por parámetros sociales y legales, y no biológicos (en realidad los únicos requisitos biológicos son de que pertenezca a la especie humana y que nazca con vida). La persona humana resulta de complejos procesos en los que el genoma heredado interactúa a lo largo de la gestación con influencias exógenas al feto, como la nutrición materna, la activación e inactivación de genes por fenómenos conocidos como “epigenéticos”, la exposición a factores ambientales y otros, que van conformando en forma continua y gradual una persona. No existe ningún fundamento científico para definir un punto de inflexión particular en este proceso en el que el embrión pasa a ser persona, salvo el momento del nacimiento con vida”.
Víctor Penchaszadeh


