Desigualdad laboral y COVID 19
COVID 19 y desigualdad laboral
Sabemos que una de las discusiones que se plantearon desde el comienzo de la pandemia fue dar prioridad a la salud frente a la producción (que se mal traduce por economía). Los dilemas del capitalismo son y siguen siendo: los derechos de las personas o los derechos a la ganancia. La OIT parece darse cuenta que ese dilema es falso pues si bien es cierto que en una sociedad capitalista sin ganancia (capital acumulado) no hay producción, también lo es que sin personas no hay producción. Si las personas, los pueblos tuviesen conciencia de esto podríamos dar un paso adelante para conseguir una sociedad justa (no más justa, pues la actual no lo es) sustentada en la igualdad.
La OIT advierte del efecto de retirar las medidas de apoyo a los ingresos. Asegura que los subsidios han mitigado un 40% la caída de salarios y que el SMIes clave para sostener los ingresos. Sin ninguna duda, el mercado laboral es el mayor afectado por los efectos económicos de la pandemia y de las medidas adoptadas por los gobiernos de todo el mundo para frenar los contagios. Ahora bien, el impacto no ha sido homogéneo en todos los niveles de la estructura de puestos de trabajo, tal y como se advierte en el estudio Informe Mundial sobre Salarios 2020-2021: “Los salarios y el salario mínimo en tiempos de la Covid-19” publicado por la Organización Internacional del Trabajo(OIT), donde se alerta del ensañamiento de este virus con los empleos de menor cualificación y menor remuneración. También se advierte en él sobre caídas adicionales de casi un 20% en los salarios si no se mantienen las medidas de apoyo a los ingresos, que están sirviendo para mitigar un 40% de las caídas de remuneración experimentadas en los últimos meses.
Por lo que se aprecia, en la mayoría de los países desarrollados la pérdida de empleo se concentra en estos perfiles de menor cualificacuón y marcados por la temporalidad de los contratos. De no mantenerse el apoyo de la administración pública a estos trabajadores, se desencadenará un fuerte aumento del desempleo y caída de las remuneraciones. «La crisis afectó muy especialmente a los trabajadores con salarios más bajos, y en consecuencia aumentó las desigualdades salariales. Según algunos estudios, en muchos países la reducción de las horas de trabajo ha afectado a las ocupaciones de baja calificación –en particular, las que suponen un trabajo básico–más que a los puestos directivos y profesionales mejor remunerados. Basándose en una selección de países europeos, el informe puntualiza que, sin los subsidios salariales, el 50% peor pagado de los trabajadores hubiera perdido alrededor del 17,3% del salario, una reducción muy superior al porcentaje de alrededor del 6,5% para el total de trabajadores», apunta el informe de la OIT. En este punto, se aprecia como el impacto de la crisis rompe con una tendencia de recuperación salarial que se apreciaba en todos los países desarrollados en consonancia con la evolución de crecimiento económico. Así, en los cuatro años anteriores a la pandemia, entre 2016 y 2019, el crecimiento del salario en el mundo osciló entre el 1,6% y el 2,2%; al excluir a China de la muestra, la fluctuación del crecimiento del salario real en ese periodo fue inferior: de entre el 0,9% y el 1,6%. En las economías avanzadas del G-20, el crecimiento del salario real fluctuó entre el 0,4% y el 0,9%, pero en los países emergentes del G-20 aumentó con más rapidez hasta situarse entre el 3,5% y el 4,0% anual. Entre 2008 y 2019, el salario real se duplicó con creces en China. Entre las economías avanzadas del G-20, el mayor crecimiento salarial (en un 22%) se produjo en la República de Corea, seguida de Alemania (15%). En cambio, en Italia, Japón y Reino Unido el salario real se redujo.
Persisten los riegos salariales
Las consecuencias económicas de la pandemia durarán y ejercerán una «enorme presión» a la baja sobre los ingresos, ante lo cual los salarios mínimos y los subsidios a los trabajadores serán las principales armas para evitar una crisis social todavía peor. «Estimamos que los subsidios a los trabajadores que se han dado en muchos países han compensado hasta el 40% de la pérdida total de salarios», dice el director de la OIT, Guy Ryder, al presentar el informe bienal sobre salarios en el mundo, que este año está inevitablemente centrado en los efectos del coronavirus. «Debido a que estos subsidios benefician sobre todo a los trabajadores con menores ingresos, es probable también que estas políticas ayuden a contener la tendencia a un aumento de la desigualdad», agregó. Los datos confirman que la pandemia provocó que los salarios se redujeran o crecieran más lentamente en dos de cada tres países del mundo en lo que va del año. En el tercio restante los aumentos salariales observados fueron «artificiales» porque la gran cantidad de trabajadores mal pagados que perdieron sus empleos y cuyos datos ya no se incluyen entre los asalariados distorsiona el resultado, reconoce el informe. Los efectos más adversos de la crisis se han hecho sentir en el salario de las mujeres y de los trabajadores con remuneraciones más bajas. En términos de género, las consecuencias han sido dispares entre hombres y mujeres, y los datos revelan que estas últimas habrían perdido una parte más importante de salarios (8,1 %) que los primeros (5,4 %) si no hubiesen recibido ayudas públicas para paliar el impacto del coronavirus en el empleo.
El SMI, clave para mantener las rentas
En este sentido, la organización asegura que los salarios mínimos, que aplican bajo distintas modalidades el 90% de los países del mundo, son considerados otro instrumento fundamental para que la recuperación tras la pandemia se centre en el ser humano. Ryder explicó que con esa finalidad deben llegar a suficiente gente, que se respete el mínimo legal establecido y que los trabajadores más frágiles -como inmigrantes o empleados domésticos- estén cubiertos. «Antes de la pandemia 256 millones de trabajadores, es decir el15% de la fuerza laboral, eran pagados por debajo del salario mínimo legal, y nuevamente las mujeres están sobrerrepresentadas en este grupo desfavorecido», precisó el responsable de la OIT. Frente a las limitaciones que afrontan muchos países para seguir movilizando recursos para afrontar la crisis, en particular los de economías menos avanzadas, Ryder sostuvo que «la única respuesta es una mayor cooperación y solidaridad internacional». Algunas opciones para trasladar eso a la realidad es que se acepten suspensiones o extensiones de deuda contraída por los países en los mercados internacionales. Para la OIT, cuando los países empiecen a prepararse para la nueva «era post Covid», a la que esperan llegar paulatinamente y con las esperanzas centradas en vacunas contra la Covid-19, también deberían hacerse preguntas «incómodas». «Si queremos reconstruir pensando en un futuro mejor, también hemos de plantearnos cuestiones como por qué con tanta frecuencia las ocupaciones de gran valor social, como la de cuidadores o cuidadoras, y personal docente son sinónimo de sueldos bajos», reflexionó.
Gonzalo Velarde,
Fuente: eleconomista.es/News Letter Hope Initiative, Vol II. Num38, febrero 2021


