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Bioética y sociedad

Coches y contaminación

¿Qué hacemos con los coches? 

La mitad de las muertes por cáncer en el mundo se deben a factores de Riesgo evitables,  factores que también influyen en otras muchas dolencias, como cardiopatías. Y muchos de ellos son tan conocidos como el tabaco, la mala alimentación y la contaminación de las ciudades. ¿Fumas? La culpa es tuya. ¿Comes mal? La culpa es tuya. ¿Los coches? Ay, no me seas populista. El Otro día publicamos   al especialista en cáncer Josep Tabernero, que admitía: 

«Hay que ir a por el tabaco porque la incidencia es alta y es muy fácil de prohibir. Arreglar la contaminación de Barcelona y Madrid no es tan fácil” Y como es muy difícil de resolver, lo dejamos correr, entre otras cosas, porque muchos gobernantes lo prefieren así. Pero es que con los coches tenemos un problema mucho mayor de lo que pensábamos, como alerta este estudio que se publica en Nature: bastan tres años respirando aire contaminado para que la incidencia del cáncer de pulmón en no fumadores se dispare. Lo explica su autor, el oncólogo Charles Swanton: 

“La contaminación del aire mata a ocho millones de personas al año en todo el mundo. Unas 300.000 de ellas mueren de cáncer de pulmón. Parte de ellas son personas que nunca han fumado”. 

Laura Mezquita, portavoz de la Sociedad Española de Oncología Médica, lo resume asi: 

“Lo que demuestra este estudio es que, si tienes dos pulmones, tienes riesgo de sufrir cáncer de pulmón aunque no fumes y lleves un estilo de vida adecuado, porque no puedes escapar de la contaminación. Reducir este factor de riesgo depende de las autoridades”. 

Esteve Fernández, investigador del Instituto Catalán de Oncología y experto en cáncer de pulmón, reaccionaba al estudio: 

“Con esta información, los gobiernos y las empresas deberían sentir más responsabilidad y entender que sus acciones tienen un precio en la salud”. 

Ya antes de conocer este estudio (bastan tres años respirando aire contaminado para que la incidencia del cáncer de pulmón en no fumadores se dispare), los epidemiólogos insistían en que urge frenar los malos humos urbanos. 

Cuando entrevisté la flamante asesora de la Casa Blanca en su ambicioso plan contra el cáncer, su titular estaba claro: 

“En España, limpiar los aires y los cielos en las ciudades es la emergencia número uno. Si tuviese que escoger un problema en España contra el que hubiese que hacer algo es eliminar la contaminación, por los niveles que está respirando la gente en Madrid, en Granada, en Barcelona… Son ciudades particularmente afectadas”. 

Y cuando mi compañera Jessica Mouzo entrevista a los científicos al frente de la lucha europea contra el cáncer, ¿qué le dicen? Hay que quitar los coches de las ciudades”. Por todo lo dicho y porque sabemos que la polución maltrata la salud de los niños:  partos prematuros, bajo peso al nacer y dificultades cognitivas. Pero hay otra cosa que afecta a su desarrollo, y que pone su vida en riesgo cuando son adultos: el ruido de los coches. 

El tráfico es el 80% del ruido urbano y es contaminación acústica provoca una alteración grave de la presión arterial de quienes lo sufren, una hipertensión que es uno de los principales factores de riesgo de muerte prematura. El Instituto de Salud Carlos III publicó un estudio en el que calcularon que el número de coches circulando en una zona y los ingresos hospitalarios estaban relacionados; según su el análisis, bajar el ruido del tráfico en la Comunidad de Madrid un decibelio supondría evitar 468 muertes prematuras al año. 

Un decibelio, 468 muertes prematuras. Tres años respirando en una ciudad, cáncer de pulmón en una persona que no fuma. Los coches, esa catástrofe natural contra la que nada podemos hacer. 

Javier Salas

Fuente: El boletín de la Materia, El País (España) 15-4-2023

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