Bioética crítica en salud pública ¿aguijón o encrucijada?
Bioética crítica en salud pública ¿aguijón o encrucijada?
«El mundo académico brinda a la bioética un respeto no exento de autocomplacencia por haber encontrado un nuevo campo de reflexión” asegura Kottow en este artículo que reproducimos y que fue publicado en la Revista Chilena de Salud Pública, Vol 16 (1), 2012. El autor considera que la bioética aspira a algo más, a su aceptación en las prácticas sociales, ámbito que también es de su competencia, no olvidemos el carácter interdisciplinario de la bioética. La hospitalidad que le brinda la clínica, contrasta con la reticente incorporación mostrada por el quehacer científico y con sus diferencias de estilo frente a la ecoética. Este trabajo da elementos para reconocer que la bioética constituye una parte del quehacer colectivo, donde la dualidad agente/afectado se diluye en dimensiones políticas y sociales más resistentes al análisis ético que las relaciones interpersonales, de tal modo que reclama que la misma desarrolle una amplia reflexión acerca de su relación con la salud pública.
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Bioética crítica en salud pública ¿aguijón o encrucijada?
Introducción
La bioética, como toda disciplina joven, brega por su reconocimiento y busca su nicho cultural. El mundo académico le brinda respeto no exento de autocomplacencia por haber encontrado un nuevo campo de reflexión pero, como ética aplicada que es, aspira a la aceptación en las prácticas sociales de su competencia. La hospitalidad que le brinda la clínica, contrasta con la reticente incorporación mostrada por el quehacer científico y con sus diferencias de estilo frente a la ecoética. Su orientación hacia la salud pública es incipiente, mostrando desde muy temprano que el desarrollo teórico y la experiencia práctica alcanzada en la clínica y en la investigación biomédica, no son aplicables sin más a los complejos problemas de las diversas aristas y facetas de la salud pública. Queda claro que los aspectos normativos de la bioética constituyen una parte menor en un quehacer colectivo, donde la dualidad agente/afectado se diluye en dimensiones políticas y sociales más resistentes al análisis ético que las relaciones interpersonales. Se reconoce, por ende, la necesidad de desarrollar una amplia reflexión acerca de la vinculación de la bioética con los diversos quehaceres de la salud pública.
Por su parte, la salud pública ha sido históricamente regida por fuerzas políticas y económicas, habiéndose visto requerida y aun sobrepasada por nuevos contextos sociales y por emergencias circunstanciales -giros epidemiológicos, epidemias, enfermedades emergentes, bioterrorismo-. La epidemiología se ha rendido en gran medida al positivismo de la ciencia contemporánea, registrando los factores sociales y culturales que inciden en salud y enfermedad, pero sin cuestionar mayormente el statu quo y la tendencia al business as usual que marcan los procesos económicos que dominan en el mundo contemporáneo. Al reconocer que la agenda de la salud no se agota en la investigación empírica ni en la gestión de políticas sanitarias, pues se ve involucrada en valores fundamentales que afectan desde el bienestar individual y la estabilidad social hasta la supervivencia de poblaciones severamente desmedradas, la salud pública requiere incorporar una mirada ética amplia y permanente que reflexione y, eventualmente, ayude a rediseñar su quehacer.