24 de marzo de 1976
24 de marzo de 1976
Cada 24 de marzo se recuerda en Argentina el golpe de estado protagonizado por las tres fuerzas armadas, más siniestro y violento de todos los soportados por este país que cometió los crímenes más aberrantes e hizo desaparecer a 30.000 víctimas entre 1976 y 1983.
Este recuerdo que se manifiesta cada año con multitudes en la calle y en un recordatorio activo único por lo menos en América Latina, tiene el propósito de mantener la memoria, que es sobre lo que se escribe la historia. En este caso es la memoria de la violación sistemática y programada del derecho de las personas a su vida, a su identidad, a sus opiniones políticas, a comprometerse y trabajar por un futuro asentado sobre la dignidad, la igualdad, la justicia y la paz. La memoria exige reparación y por ello, tanto Videla como los participantes civiles y militares que tuvieron protagonismo en ese golpe fueron y siguen siendo sometidos a juicio y condenados por sus delitos, como responsables del terrorismo de estado. Publicamos hoy un párrafo del testimonio recogido por Guido Braslavsky, en tres extensas conversaciones entre agosto de 1998 y marzo de 1999 con el General Jorge Rafael Videla, primer presidente de la Junta de Gobierno. La grabación del mismo, fue hecha pública por María Seoane, de 53 años, y Vicente Muleiro, de 49, los editores jefe del suplemento ‘Zona’ del diario Clarín de Buenos Aires, en su libro El dictador, publicado en 2001.
Al ser interrogado sobre los 30.000 desaparecidos, Videla decía en esa entrevista: ‘No, no se podía fusilar. Pongamos un número, pongamos 5.000. La sociedad argentina no se hubiera bancado los fusilamientos: ayer, dos en Buenos Aires; hoy, dos en Córdoba; mañana, cuatro en Rosario, y así hasta 5.000. No había otra manera. Todos estuvimos de acuerdo en esto. Y el que no estuvo de acuerdo se fue. ¿Dar a conocer dónde están los restos? ¿Pero, qué es lo que podemos señalar? ¿El mar, el Río de la Plata, el Riachuelo? Se pensó, en su momento, dar a conocer las listas. Pero luego se planteó: si se dan por muertos, enseguida vienen las preguntas que no se pueden responder: quién mató, dónde, cómo…’.
El comentario de los periodistas justificando su investigación, es que la hicieron “porque esperamos que el terror que todavía nos provoca esa historia entre definitivamente en nuestro pasado… La sociedad no sabía hasta ahora si Videla era un pobre hombre situado en ese lugar por una casualidad histórica o un criminal imperdonable. Ahora no quedan dudas. Videla era el jefe. Videla reconoce que sabía todo sobre los secuestros, las torturas, las desapariciones y los cadáveres arrojados al río o el mar”.
La bioética latinoamericana debe recordar activamente los hitos históricos en la región que la vienen asolando desde la conquista para poder defender la dignidad de nuestros pueblos y luchar por su soberanía. Debe ser testigo de la memoria y poder gritar NUNCA MAS.
María Luisa Pfeiffer
Fuente: Carlos Ares, El País, 3-3-2001